A veces quisiéramos ser huecos, y pedirle al "Ada buena" de los Reyes Magos un corazón de acero: nuevo, inquebrantable, sin máculas, ni dobladuras. Abrazar la vida de la forma más fácil, andar por ahí con los guantes bien puestos, golpeando sin recibir heridas. Sin trompadas de lágrimas que nos tomen de espalda y nos asalten y fulminen, pero...a dónde irían a parar los sueños sin el mágico furor de la risa dando saltos de pecho, recordándonos que dentro nuestro late un ente que ama, que está vivo? admiro a quienes se echan su dolor tras la espalda, y echan a andar mirando al frente con el corazón partido. Benditos ellos porque sangran y su sangre marca el sendero para un nuevo camino.
Jael Uribe
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