Artículo publicado por la Revista Lima Gris
"Es necesario
comprender quien pone en práctica la violencia... si son los que provocan la
miseria o los que luchan contra ella"–Julio
¿Puede la poesía hacer la diferencia? Me preguntaron durante una
entrevista que me hicieran para la radio Guatemalteca recientemente. La misma pregunta
recurrente ha surgido una y otra vez en distintas conversaciones que he
sostenido desde que establecí el Festival Internacional de Poesía Grito de
Mujer con fines de abogar por la no violencia a través de la poesía y las artes.
El tema ha vuelto a emerger mientras platicaba en línea con poetas de distintos
países sobre las distintas acciones poéticas realizadas en varias partes del
mundo por la paz y la situación de Palestina, en donde uno de los participantes
se mostraba renuente ante la efectividad de la iniciativa. Me sorprende
encontrar todavía gente que se atreva a preguntarlo o peor aún, a dudarlo. ¿Qué
acaso el poeta no es la parte sensible de esta humanidad enceguecida, y el
vocero de todo lo que no se atreve a decir la gente? ¿No es acaso la misión del
poeta denunciar las injusticias, mover sentimientos y ser de alguna manera la
“luz” de estos tiempos de oscurantismo? La poesía ha sido después de la música,
el discurso más perfecto y sublime. Un medio directo, claro y económico de llegar
a la gente, de apelar a sus sensibilidades. El poder de la palabra se pone de
manifiesto en la sociedad exitosamente para mover a las masas, como es el caso
de la política, las ciencias, las artes aplicadas, y en la vida.
Siempre que la pregunta resuena
me cuestiono ¿Por qué lo dudan? ¿Qué sucede con el mundo? Me cuestiono si
habremos perdido la objetividad ante
tanto bombardeo de violencia, encima también empezamos a atacar a los poetas,
quienes tienen la sublime intención y la difícil tarea de cambiar al mundo con el
arma más sofisticada, sutil y efectiva que se conoce: la palabra. ¡Desde luego creo
que es posible llegar a las conciencias con poesía! es más fácil convencer a
las personas mediante un buen texto, que mostrándoles imágenes sangrientas,
hogares destruidos y niños huérfanos hambrientos. Al parecer el negocio de las
imágenes radica únicamente en vender revistas, mientras que la poesía sigue
siendo la forma más noble de llamar a la puerta de la conciencia y la
solidaridad de muchos.
Extrañamente, cuanto me pidieron un poema por la paz de Palestina
para ser leído en uno de estos eventos solidarios, busqué entre todos mis escritos y no pude hallar nada
referente a la paz por ningún lado. Más fue mi sorpresa cuando lo único hallado fueron poemas de
guerra, de muerte, de no violencia, de dolor. Eran poemas de otra guerra, mucho
más personal.
Mi amigo, el poeta y filósofo Hatto Fischer, curiosamente alemán, me dijo
recientemente y cito: “Diariamente nos encontramos
con muchas palabras para nombrar la
guerra, pero tan pocas para nombrar la paz." La sola idea de que no existiera en mi computador ningún
archivo con la palabra PAZ, me llevó a reflexionar profundamente. TODOS LLEVAMOS DENTRO NUESTRA PROPIA GUERRA la
pregunta es: ¿Esta guerra ha terminado, o continúa azotándonos por dentro
llevándose lo bueno que somos, hasta el punto de llegar a dudar que podamos
cambiar el mundo? Muchos nos negamos a creer que la paz existe dentro de
nosotros, y que es justo esta búsqueda incesante de hallarla lo que nos
convierte en seres violentos, proclives a la guerra y nos lleva a agredir inconscientemente
a los demás. Pregúntese como yo lo hice ¿Qué está haciendo para hacer la diferencia?
¿Es escribir sobre la paz una solución a largo plazo? o ¿es trabajar adentro la manera más eficiente de contribuir con un mejor entorno, cambiándose a uno mismo y por ende colaborando
con una efectiva cultura de paz? ¿Es acaso el alcance de
esta estabilidad interna lo que significa verdaderamente estar en armonía, o es
una quimera que sólo con la muerte alcanzaremos en realidad? Estoy
segura que usted también se sorprenderá con sus respuestas.
Todos vivimos luchando contra nuestros propios
demonios. Hemos sido renuentes a mirar más allá de nosotros y nuestra tozudez, a cambiar. Pienso
en cierto modo que es eso justo el verdadero significado de la guerra. Hay un lado
extrañamente positivo en medio de los conflictos, uno que sólo un ojo iniciado sensitivo
puede detectar. Los seres humanos nos hemos tornado masoquistas, esperando
al límite de nuestra resistencia, a lo insoportable del dolor para apreciar entonces
el valor de las cosas realmente valederas, como la paz, la salud, el amor, etc.
¿No ofrece la guerra entonces una manera bizarra de apreciar
estos tesoros? Lamentablemente la mayoría de nosotros
sólo empezamos a abrir los ojos justo antes de cerrarlos y es
una lástima.
Todas estas preguntas siguen picoteando como
cuervos mi cabeza ¿Acaso la inocente falta de la palabra paz en mis archivos significa que no me importan
los que sufren, que he sido indiferente a lo que sucede más allá? Estamos
en casa, acurrucados en nuestras camas viviendo realidades alternas mientras
montones de personas pierden las suyas en otras tierras como Palestina y zonas
aledañas. Vemos la brutalidad desde lejos, al igual que a un
espejo. Los medios de comunicación nos muestran la otra cara fea de la guerra que nos resistimos
a mirar. Un lado que vemos si queremos, o simplemente podemos evitar con tan sólo
apretar un botón y ya. ¡Un pequeño botón mágico nos aleja de las bombas,
los disparos, y las madres llorando de dolor ante el cadáver mutilado de sus
hijos!
¡Sí! En cierto modo todos somos renuentes a creer que la
maldad existe del otro lado del mundo, en donde la
tragedia es el pan. Preferimos creer en Santa Claus, los Reyes Magos, y hasta
en el Conejo de Pascuas en lugar de asumir que la poesía puede ayudar a cambiar
al mundo y que los poetas poseen cierta responsabilidad social.
¡Gracias a Dios por los poetas! esos seres bendecidos con la gracia del
verbo y un olfato desarrollado repleto de sensibilidad. No sólo saben manipular
las palabras para escribir “bonito”, también son capaces de hacer lo que muchos dejamos de hacer hace tiempo sin
darnos cuenta: Ellos, saben mirar.
Jael Uribe
Presidente Mujeres Poetas Internacional
(MPI)
Sobre la autora:
Nacida en Santo Domingo, República Dominicana. Ha colaborado con
diversos grupos, siendo de mayor relevancia su labor como líder del Movimiento
Mujeres Poetas Internacional (MPI). Es creadora del Festival
Internacional de Poesía Grito de Mujer realizado en
diferentes países en homenaje a la mujer y en contra de la violencia. Es egresada en Publicidad, posee un diplomado
en Relaciones Públicas y Comunicación Corporativa, entre otros estudios
referentes a la literatura, el arte y la tecnología. Poemas y escritos suyos
forman parte de varias antologías y revistas a nivel nacional e internacional.
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