No aceptes a cualquiera en tus redes sociales



No. No tengo veinte mil seguidores. No ando por las Redes Sociales buscando medir el tamaño de mi éxito con cifras abultadas, ni con fanáticos comprados que no conocen mi lucha, ni mi propósito de vida. No tengo un sello azul certificado para saber que soy en realidad, ÚNICA. 

Visto así, diría que estoy llena de “noes”: No vivo de mi apariencia, no tengo vestidos de gala, ni cientos de incómodos zapatos que ponerme. No guardo mi dinero en carteras. No sigo la moda, no me importan las revistas y las noticias de celebridades me importan un “pito”.  Duermo como Dios me trajo al mundo: en paz conmigo misma. No busco la belleza que impresiona a quienes sólo buscan vanidad y pasiones pasajeras. No, no sé ponerme lencería, adornarme con maquillaje y perfumes para incentivar el morbo de lo efímero. ¡No sé amar con máscaras, ni a medias!

Hay “noes” que son saludables: No, no tengo un millón de amigos. Los que tengo, los acerco a mi alma, los cuento con mi mano izquierda y los guardo del lado derecho del pecho, donde también guardo la vida.

No vivo en las redes sociales, mi tiempo lo gasto en hacer lo que amo: crear sueños en mi computadora, cuidar de mi jardín y mis plantas, construirme mejor persona e ignorar a la gente falsa, tratar de protegerme a mí misma. No dejo de comer lo que me gusta, no cultivo culto al cuerpo porque sé, soy más que carne y huesos. No tengo que responder a nadie. No dejo de sonreír a lo adverso, no dejo de ser feliz porque le parezca ofensivo a alguien. 

No. No dejaré de ser yo misma, de declararme libre, valiente, salvaje, rebelde. No tengo tiempo para mediocres, ni miedo a los chismes, ni a la gente ociosa tildada de “culta” cuyo sarcasmo cruza los límites de lo insólito. ¡No temo enfrentarme a nadie! 

No tengo mil “me gusta”, no soy viral. No visitan mi muro quienes creen odiarme por cosas que ni siquiera he tomado en cuenta. ¡No! Ay, no. No tengo ojos en la espalda para vigilar la maldad de este mundo, ni para ver quienes al darme la vuelta, tejen zancadillas a sus anchas. 

No. No tengo ínfulas de poeta, escribo porque tengo manos y me gusta usarlas, porque tengo neuronas inquietas que no conocen el silencio. ¡Porque me da la gana! 

Muchos, dirán que escribo, que soy una “montra”, pero sólo los pocos que me han leído saben de donde nacen mis palabras; No del odio, ni del resentimiento, no de la amargura, ni la farsa. Definitivamente, no sé de ruina, ni de burlas. No sé escribirme de otra forma que no sea cierta. No sé ignorar la hipocresía, ni reírme de la gente, ni agregarme a las listas para encajar con la novedad de turno, para caerle bien a nadie. No me importa barrer de mi vida lo que no me sirva, no me beneficie o a quien no encaje. 

No me interesa lo que piensen de mí, si es injusto y falso. No acepto como amigo/a a todo el mundo. No dejo entrar a mi mundo a cualquiera que venga a ensuciarlo con sus huellas torcidas y sus “patas” flacas llenas de tinta. No. No soy deshonesta, no apoyo lo malo, no rompo mis reglas y a veces, tampoco las de nadie, para que nadie me rompa de regreso. No vivo sin un Norte, ni sin un Dios que me haga amar a todo el mundo, incluso a los contrarios. No ¡jamás elegiré un bando!

Dicen que NO es negativo. Ese no es mi caso…


¡Los abrazo!

Jael Uribe

(Si lo compartes por ahí, dame los créditos. Gracias

www.jaeluribe.com

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