Mujeres que cavan su tumba mientras caminan | Jael Uribe
Discurso Apertura Grito de Mujer 2018-Toluca México |
Por
Jael Uribe
Presidenta
Movimiento Mujeres Poetas Internacional
A
diario, en mi otro pedacito del mundo, despertamos a la sombra de la violencia.
Los crímenes contra las mujeres, son el desayuno nuestro de cada día. Una viaja
por el mundo esperando encontrarse con una realidad diferente, una busca la
esperanza, para encontrarse tristemente, con más lo mismo: mujeres sumergidas
en la muerte, mujeres víctimas de toda clase de violencia, portadas de
periódicos colmadas de feminicidio y nombres de mujeres cautivos de las
estadísticas.
Muchas
veces he reflexionado sobre lo mismo: Acaso, las mujeres ¿nos habremos ganado
ese puesto tan infame, gracias al maltrato que nos hemos auto infligido? Quizá no
sea culpa de las leyes que nos rigen, ni de los hombres que nos maltratan, ¿qué
tal si es sólo fruto de nuestro egoísmo? de la tendencia destructiva de amar mucho
más el rostro de nuestra ignorancia, de mantenernos constantemente sumergidas
en el oscurantismo. Todas gritamos por un cambio, pero ninguna hacemos nada por
prepararnos, ni por formar parte de los proyectos donde podemos hacer la
diferencia. ¿Entonces? si delegamos en los hombres una responsabilidad que es
tan nuestra ¿acaso, podemos quejarnos? nuestro amor por el servilismo nos ha
suspendido en el tiempo, nos ha resignado a aceptar como buenas y válidas las
injusticias. ¿Cómo puede una mujer levantarse si se encuentra permanentemente de
rodillas?
Trato
a diario con decenas de mujeres, mujeres que no sólo han sido maltratadas por otros,
sino que también se vienen violentado a sí mismas por años, sin notarlo. No me
refiero a la violencia física, hay un estado de auto flagelación y sabotaje que
se pasa por alto y que, muchas de nosotras practicamos durante todas nuestras
vidas. El hecho de ser una espectadora a distancia me ha permitido entender por
qué muchas no “levantamos vuelo”, ni llegamos a ninguna parte. Hemos vivido
tanto tiempo en auto comparecencia, hasta terminar creyendo que el mundo realmente
está en nuestra contra. Somos las mismas mujeres que decimos querer grandes cambios:
En nuestros hogares, nuestros trabajos, en nuestras leyes, en nuestros
gobernantes, en nuestros países. Somos las mismas que soñamos con ser alguien,
pero nunca avanzamos porque con la misma pala con la que limpiamos nuestros
zapatos, vamos cavando nuestra propia tumba y echándole tierra a las otras, a nuestro
paso.
He podido prestarles a cientos de mujeres mi
sueño, este Grito de Mujer. He visto con agrado lo que muchas han hecho con él.
Hay grandeza en una madre que se levanta temprano, atiende a su familia, sale a
ganarse el pan, estudia para ser alguien, escribe una buena poesía, llora por
un mundo mejor entre el lavado y la cena, y encima, se entrega a coordinar de
la nada un festival como Grito de Mujer. ¡Hay mujeres que me no terminan de
asombrarme! En verdad ¡somos seres increíbles! más de lo que nos han concedido.
Valor, constancia y resiliencia, he ahí la esencia de lo que significa ser
mujer.
Pero también he podido constatar la otra cara
de la moneda. También he dado semillas a tierras muy áridas, mujeres difíciles
de persuadir. Quizá porque dentro llevo un faro
de esperanza, quizá porque me niego a ver a otra hermana arrastrarse hacia
el abismo con sus hijos al rastro: La
miseria, la ambición desmedida, el irrespeto, la baja autoestima, el odio, la
desigualdad y el hambre. Hijos, que ninguna de ellas debería cargar sobre
sus hombros.
He visto mujeres morderse las manos, negarse al
más mínimo acto de apoyo que las beneficie, porque en el fondo, no conocen el verdadero
rostro de la solidaridad. Veo en ellas no un abismo, sino un terreno donde empezar
a sembrar un futuro sin violencia posible. Creo que se puede lograr. Una
aprende que hay tierras tan escabrosas que asustan, pero siempre nos queda la
esperanza.
Hay mujeres vencidas por sí mismas desde antes
de empezar a caminar ¡Mujeres vegetando en la pena, señores! sacando sus llagas
por fuera de sus faldas, viviendo de la lástima y la necesidad. No niego que a
veces me duele ser espectadora. No quiero ver caer al barranco nuestra lucha, mientras
culpamos a las leyes, a los gobiernos y a los hombres machistas por un destino
que ha sido, desde siempre, nuestra propia responsabilidad. ¡Las actitudes
mezquinas que adoptamos no nos han permitido tocar la trascendencia, mujeres! ni
nos han dejado mostrar que somos mucho más.
Aquí estamos, aspirando ser un faro de
esperanza, deseando que, cuando Grito de Mujer parta de cada pais, a recorrer
el mundo y los más de 30 países, deje entre ustedes su legado, su magia. Una
lámpara encendida en el corazón de las mujeres que ningún abuso pueda apagar.
Ninguna de ustedes debe vivir con los ojos cerrados, ninguna debe seguir
anclada en la oscuridad.
“¿Dónde están mis hermanas, las valientes?” las
que batallan en un mundo donde todas las puertas y ventanas se cierran, pero no
se dejan derribar. Las que solo buscan lanzar su GRITO, las que son su propia
ventana-puerta y se permiten mirar poco más allá.
Porque yo también he visto entre ustedes mujeres
fuertes, sin miedo de avance. Sin importar que tan alta les pongan la barda,
siempre saltan y se posan en el lugar que les corresponde sin temor. Muchas de
ustedes están ahora donde soñaron, donde MUCHOS les dijeron que no podían
llegar.
Ustedes son mis faros de esperanza, y por eso
les dedico este último pensamiento: “siempre se puede ser luz, aunque las
sombras se levanten altas, no existe grandeza, sin oscuridad”.
¡Adelante siempre!
¡Adelante siempre!