Gritar, desde el fondo de la impotencia nos hace libres, nos devuelve las alas -digo yo.
Vociferar el horror de sabernos blanco ante la mira del cobarde, quien juró protegernos y nos rompió ‘sin querer, queriendo’, la voz. Sabemos que cuesta levantarse de los dientes rotos y encontrar el rugido gutural para sacar la rabia, levantar nuestra honra, para no partirnos en dos; Encontrarnos a nosotras mismas en la pérdida, en la palabra alzada, las letras perdidas, en el arte que sana los moretones del alma y nos llena de nuevo el pulmón. Ese es el lujo del que nadie puede privarnos, nuestro espacio íntimo donde estamos a salvo del narcisismo y la manipulación.
Podrán los hombres que juraron amarnos marginar lo que somos, retrasar nuestra huida, cerrarnos el paso hacia la luz, hasta que sepamos de dónde proviene nuestra fuerza y la voz cascada que espera brotar de nuestro interior, como un manantial de amor. Cuando llegue la hora de levantar el vuelo, luego del oprobio y la burla, más allá de las lágrimas y el dolor, no existirá puño que nos merme, ¡nadie será capaz de amedrentar a una mujer que se ama a sí misma y se sabe dueña de su propio YO! Nadie detendrá la semilla esparciéndose en el viento, donde otro quiso plantar miedo y desolación.
Por eso es tan importante levantarse, aún con las piernas partidas, con el ruido que arrastra el corazón de tanto darse a los cerdos, por amor. Por eso, surgen más caminos abriéndose lejos de lo tóxico, del daño y la ignorancia ladrona de los sueños que se han partidos dentro de nuestra niña interior. Hay que sanar desde lo interno. Hay que aferrarse a la vida como aire para combatir a quien sólo conocerá la fuerza, cuando la inteligencia gane valor.
¡Mujeres, alcemos nuestro grito de batalla y recuperemos la honra! Recobremos aquello que nos han tomado a la fuerza e injustamente: la certeza de sabernos suficientes, de saber que merecemos mejor. Abramos la puerta para salir corriendo de quien frena nuestro progreso, roba nuestra alegría y nos rompe a diario el corazón.
Este es el tiempo de protesta. ¡Este es el éxodo de nuestra voz!
Sororidad, hermandad. Palabras que usamos al azar para convertir en “buena y válida” la forma en la que con nuestras acciones, minimizamos el potencial y la capacidad de inteligencia de mujeres como nosotras. Porque ser mujer incluye ser una con el eje de la tierra, reconocernos semillas con una misión de vida que no podremos alcanzar nunca, sin el respaldo de las otras. Si, las otras: Esa hermana que te dió la mano, que creyó en ti cuando eras invisible, cuando nadie pronunciaba tu nombre. Esa hermana que vió en ti el talento y te prestó su sueño para que juntas se levantaran y alcanzaran las estrellas. Esa que vió en ti, algo que ni tú misma viste en su momento.
Sororidad es también ser agradecida. Estrechar la mano de quien ya ha cumplido su misión en tu vida y soltar, sin resentimiento. Saber decir adiós con gracia cuando lo has dado todo, para que otras se levanten, triunfen y sueñen contigo un sueño. Amar tanto, como para sacrificarse por el bien de todas, dejando de lado tu propio ego.
Amar a tu hermana, bendecirla si triunfa, entenderla si peca, apoyarla si cae, porque en este cuerpo de agua que somos, nadie es un océano en si misma, sin todas las gotas restantes.
Amar también significa reencontrarte y reconocerte en la otra. Entender que las demás son también hermosas, inteligentes, creativas, fuertes y que juntas, son una marea indetenible y maravillosa.
Hermanad, sororidad. A través de este lazo entendemos el camino, el procedimiento para aceptarnos las unas a las otras, con defectos, vernos como en verdad somos, sin hacernos pretensiones ilusorias. ¡Esa es la clave del crecimiento, del éxito y de la grandeza!
Esa hermana atada a tu hilo rojo de conciencia, que te reta y te hace sentir vulnerable o amenazada, carga en su regazo una enseñanza indispensable, lleva el sello de tu amor propio, de aquello que toleras hasta el punto en que dices ¡Basta!
Ser hijas de la madre tierra significa hacer y ser la diferencia. Nutrirse y crecer a contra viento recodando, que la naturaleza es sabia, pero también temida y todo el tiempo subestimada.
Por eso es necesario estar en paz con una misma, entregar lo que somos capaces y cumplir nuestra misión de vida sin detenernos en la crítica, los obstáculos o los aplausos.
Seguir, porque la vida es cíclica y no se puede contener una semilla, cuando esta decide abrirse al destino que le aguarda. Tú eres tu propia semilla.
¡Bienvenida a la paz, el amor, la esperanza y la hermandad, en este nuevo ciclo de vida!
Descendemos
de la fortaleza, del legado de mujeres que forjaron el camino con su
lucha para que nunca olvidemos quienes somos, ni de dónde provenimos.
Levantamos
este grito por ellas: las maltratadas, menospreciadas por su raza, su
género, religión o conocimiento. Las que todavía luchan por la validez
de sus derechos sufriendo aún el peor de los ultrajes. Por las mujeres
olvidadas por las leyes, fundidas en un grito milenario y sin descanso.
Por las otras, que han tenido que tragarse su silencio y acunan por
dentro la semilla ira.
Por
quienes se alzaron para hacernos más fuertes, elevaron su bandera más
alta y salieron en busca del sueño colectivo. Por cada mujer sumida en
la pesadilla de un mundo desnivelado, en donde la balanza se inclina a
favor de la violencia y no de la justicia.
Por
aquellas que no mencionamos en voz alta, para protegerlas de la
barbarie y el desafuero. Por ellas que no están entre nosotras, por
quienes hacemos un minuto de silencio.
Por
todas las matriarcas que nos conforman: La chamana sanadora, la
valiente, la diosa, la libre, la sabia, la mujer resiliente, la de todos
los colores, credos y razas que nos habita.
Somos
las creadoras de una sola alma invencible ¡somos el grito que no
perece, ni claudica! Somos el ORIGEN del mundo y todas, unidas, somos
UNA.
(A propósito del lanzamiento oficial de la 12va. Temporada del Festival Grito de Mujer 2022: “Origen”, homenaje a nuestras ancestras y mujeres originarias).
Escrito por Jael Uribe, Fundadora Grito de Mujer Presidente Movimiento Mujeres Poetas Internacional MPI inc.
Discurso Apertura Grito de Mujer 2018-Toluca México
Por
Jael Uribe
Presidenta
Movimiento Mujeres Poetas Internacional
A
diario, en mi otro pedacito del mundo, despertamos a la sombra de la violencia.
Los crímenes contra las mujeres, son el desayuno nuestro de cada día. Una viaja
por el mundo esperando encontrarse con una realidad diferente, una busca la
esperanza, para encontrarse tristemente, con más lo mismo: mujeres sumergidas
en la muerte, mujeres víctimas de toda clase de violencia, portadas de
periódicos colmadas de feminicidio y nombres de mujeres cautivos de las
estadísticas.
Muchas
veces he reflexionado sobre lo mismo: Acaso, las mujeres ¿nos habremos ganado
ese puesto tan infame, gracias al maltrato que nos hemos auto infligido? Quizá no
sea culpa de las leyes que nos rigen, ni de los hombres que nos maltratan, ¿qué
tal si es sólo fruto de nuestro egoísmo? de la tendencia destructiva de amar mucho
más el rostro de nuestra ignorancia, de mantenernos constantemente sumergidas
en el oscurantismo. Todas gritamos por un cambio, pero ninguna hacemos nada por
prepararnos, ni por formar parte de los proyectos donde podemos hacer la
diferencia. ¿Entonces? si delegamos en los hombres una responsabilidad que es
tan nuestra ¿acaso, podemos quejarnos? nuestro amor por el servilismo nos ha
suspendido en el tiempo, nos ha resignado a aceptar como buenas y válidas las
injusticias. ¿Cómo puede una mujer levantarse si se encuentra permanentemente de
rodillas?
Trato
a diario con decenas de mujeres, mujeres que no sólo han sido maltratadas por otros,
sino que también se vienen violentado a sí mismas por años, sin notarlo. No me
refiero a la violencia física, hay un estado de auto flagelación y sabotaje que
se pasa por alto y que, muchas de nosotras practicamos durante todas nuestras
vidas. El hecho de ser una espectadora a distancia me ha permitido entender por
qué muchas no “levantamos vuelo”, ni llegamos a ninguna parte. Hemos vivido
tanto tiempo en auto comparecencia, hasta terminar creyendo que el mundo realmente
está en nuestra contra. Somos las mismas mujeres que decimos querer grandes cambios:
En nuestros hogares, nuestros trabajos, en nuestras leyes, en nuestros
gobernantes, en nuestros países. Somos las mismas que soñamos con ser alguien,
pero nunca avanzamos porque con la misma pala con la que limpiamos nuestros
zapatos, vamos cavando nuestra propia tumba y echándole tierra a las otras, a nuestro
paso.
He podido prestarles a cientos de mujeres mi
sueño, este Grito de Mujer. He visto con agrado lo que muchas han hecho con él.
Hay grandeza en una madre que se levanta temprano, atiende a su familia, sale a
ganarse el pan, estudia para ser alguien, escribe una buena poesía, llora por
un mundo mejor entre el lavado y la cena, y encima, se entrega a coordinar de
la nada un festival como Grito de Mujer. ¡Hay mujeres que me no terminan de
asombrarme! En verdad ¡somos seres increíbles! más de lo que nos han concedido.
Valor, constancia y resiliencia, he ahí la esencia de lo que significa ser
mujer.
Pero también he podido constatar la otra cara
de la moneda. También he dado semillas a tierras muy áridas, mujeres difíciles
de persuadir. Quizá porque dentro llevo un faro
de esperanza, quizá porque me niego a ver a otra hermana arrastrarse hacia
el abismo con sus hijos al rastro: La
miseria, la ambición desmedida, el irrespeto, la baja autoestima, el odio, la
desigualdad y el hambre. Hijos, que ninguna de ellas debería cargar sobre
sus hombros.
He visto mujeres morderse las manos, negarse al
más mínimo acto de apoyo que las beneficie, porque en el fondo, no conocen el verdadero
rostro de la solidaridad. Veo en ellas no un abismo, sino un terreno donde empezar
a sembrar un futuro sin violencia posible. Creo que se puede lograr. Una
aprende que hay tierras tan escabrosas que asustan, pero siempre nos queda la
esperanza.
Hay mujeres vencidas por sí mismas desde antes
de empezar a caminar ¡Mujeres vegetando en la pena, señores! sacando sus llagas
por fuera de sus faldas, viviendo de la lástima y la necesidad. No niego que a
veces me duele ser espectadora. No quiero ver caer al barranco nuestra lucha, mientras
culpamos a las leyes, a los gobiernos y a los hombres machistas por un destino
que ha sido, desde siempre, nuestra propia responsabilidad. ¡Las actitudes
mezquinas que adoptamos no nos han permitido tocar la trascendencia, mujeres! ni
nos han dejado mostrar que somos mucho más.
Aquí estamos, aspirando ser un faro de
esperanza, deseando que, cuando Grito de Mujer parta de cada pais, a recorrer
el mundo y los más de 30 países, deje entre ustedes su legado, su magia. Una
lámpara encendida en el corazón de las mujeres que ningún abuso pueda apagar.
Ninguna de ustedes debe vivir con los ojos cerrados, ninguna debe seguir
anclada en la oscuridad.
“¿Dónde están mis hermanas, las valientes?” las
que batallan en un mundo donde todas las puertas y ventanas se cierran, pero no
se dejan derribar. Las que solo buscan lanzar su GRITO, las que son su propia
ventana-puerta y se permiten mirar poco más allá.
Porque yo también he visto entre ustedes mujeres
fuertes, sin miedo de avance. Sin importar que tan alta les pongan la barda,
siempre saltan y se posan en el lugar que les corresponde sin temor. Muchas de
ustedes están ahora donde soñaron, donde MUCHOS les dijeron que no podían
llegar.
Ustedes son mis faros de esperanza, y por eso
les dedico este último pensamiento: “siempre se puede ser luz, aunque las
sombras se levanten altas, no existe grandeza, sin oscuridad”. ¡Adelante
siempre!
Ya han pasado 6 años desde el asesinato de la poeta y activista mexicana Susana Chávez, defensora de los derechos de las mujeres, quien había ganado reconocimiento por sus campañas, tanto físicas como en sus escritos, en contra de gran cantidad de homicidios y la violencia sexual ejercida contra las mujeres de ciudad Juárez desde 1993. Mucha gente considera que la poesía es meramente un acto solitario de introspección, de auto exorcismo, y de cierta búsqueda metafísica personal. Para otras, la poesía se constituye un arma útil contra las injusticias, un lugar en donde impera la libertad de expresión y en donde se sienten libres de denunciar sin temor a los ardides y las represalias. Muchos hombres y mujeres poetas nos recostamos en ella, confiando que bajo sus alas estaremos seguros, y que tras sus imágenes literarias, no hay cabida para que oculten los peligros ni las inseguridades. Pero ¡qué equivocados estamos! Bastantes han sido los representantes de la poesía con el talento suficiente para usarla como medio de denuncia, para olfatear la hipocresía y la doble moral, la desigualdad y la corrupción y que, por este “don” corren el riesgo de ser censurados, vilipendiados, apresados, exiliados y en el peor de los casos, como ya se ha visto, asesinados. Esto pone de evidencia que la poesía no es una práctica tan inocua, como cree la gran mayoría. Dada las presiones políticas y al activismo internacional, el gobierno mexicano se vio obligado a buscar los culpables del asesinato de Susana, conclusión de la policía: “Susana fue muerta abatida por tres adolescentes completamente extraños que conoció dos horas antes y quienes la invitaron a beber dentro de un domicilio cercano”, segando así toda posibilidad de que su asesinato tuviera algo que ver con su activismo o con su poesía. Sin embargo, la postura de los defensores locales sigue siendo la misma: Susana fue ultimada por destacar en sus textos, la amplia red de injusticias contra las mujeres en su pueblo, encubiertas por las personas de poder de su entorno. Así es como nos callan a las y los poetas. Difícilmente los autores de hechos como estos son sometidos a la justicia, y en la gran mayoría de los asesinatos de periodistas y escritores reina el encubrimiento y la impunidad, o peor aún, el olvido. El periodista del Reino Unido, Cathal Sheerin, miembro de la organización PEN International, dijo durante uno de los actos celebrados por el Día Mundial de la Poesía que: “En las sociedades donde se restringe el papel de la mujer en la vida pública, las poetisas a menudo enfrentan el acoso, o situaciones viles, simplemente por atreverse a hacer uso de la expresión independiente de sus pensamientos en verso.” El comentaba que el riesgo que corren las mujeres poetas es casi siempre el doble, pues su poesía no sólo puede incitar la ira del patriarcado imperante, sino que también abarca el otro rol o la misión social con el que las mujeres están estrechamente involucradas: La promoción de la alfabetización de las mujeres con base en los derechos fundamentales de igualdad y justicia, frente a la sociedad mayormente machista y que todo ello, perturba a quienes ostentan el poder y controlan toda libertad de expresión con acoso, encarcelamientos y violencia. La difícil situación que han enfrentado muchas mujeres poetas en el pasado, se registra a lo largo de la historia. Por ejemplo podemos citar el trabajo de la poeta modernista rusa Anna Ajmátova, caracterizado por su voz clara, donde se restringe su liderazgo femenino y un gran contenido emocional formulado bajo el régimen de terror de Stalin; según se cuenta, ella optó por permanecer en Rusia para actuar como testigo de las atrocidades a su alrededor. Cuando su hijo Lev fue detenido en 1938, Ajmátova quemó sus cuadernos de poemas y de ahí en adelante, memorizó todo su contenido y futuros poemas y los recitaba en lecturas privadas entre amigos de confianza solamente. Sus poemas se prohibieron, fue acusada de traición y deportada. En pocas palabras, ella también fue silenciada. Aún en pleno siglo 21, las mujeres poetas siguen siendo acosadas por crear versos que van en contra de los valores sociales preestablecidos. En Afganistán, otro ejemplo, es la poesía Pashto, la cual ha sido durante generaciones la forma de rebelión para las mujeres. Los Landai – o “, serpiente venenosa corta” como se traduce en Pashto, lengua oficial del país –han sido formas populares de poemas con dos líneas, muchos de los cuales denuncian el matrimonio forzado combinados con un toque de humor satírico. Cabe destacar que de los 15 millones de mujeres en Afganistán, sólo cinco de 100 se gradúan de la escuela secundaria y tres de cada cuatro, son casadas a la fuerza antes de los 16 años. La violencia allí es algo común, casi una acción natural para los maltratadores encima apoyada por leyes arcaicas que los encubren. Triste e inconscientemente, el maltrato también es aceptado por sus víctimas, en su mayoría mujeres que no tienen otra salida mas que someterse y callar. Todavía hay gente que se pregunta el porqué levantamos la voz y alzamos nuestro grito. En 2005, la joven poeta Nadia Anjuman, un caso muy célebre a nivel internacional, murió después de una severa paliza propiciada por su marido cuando apenas contaba con 25 años de edad por haber publicado un libro de poesía. Esto es a penas una pincelada del horror que este tipo de sentencias nos causa y que no solo se ejecutan en estos países olvidados del mundo, sino también en nuestra Latinoamérica, donde las penas de muerte llevan otros nombres. De Nadia tan sólo nos quedan algunos poemas y la indignación de no haber podido evitar que casos como este nos persigan clamando justicia desde el otro lado. Se dice que la sociedad literaria más grande para mujeres en Afganistán se llama Mirman Bahee, en Kabul. Las mujeres son libres de asistir, pero en las provincias rurales, alrededor de 300 mujeres miembros, se ven obligadas a asistir en secreto. Tales grupos han existido desde siempre, pero desde el auge del régimen talibán, han tenido que mantenerse en el anonimato. En 1996, un círculo educativo subterráneo llamado la Escuela de Coser Aguja de Oro, fue formado por las escritoras del Círculo Literario de la Universidad de Herat. Pretendiendo reunir las mujeres para coser y en su lugar, poder discutir, escribir y leer literatura en secreto, con temas que reflejan la discriminación que constantemente enfrentan. La nueva norma y el sentido común les dicen ahora que hacer poesía a escondidas es la norma más prudente. Afganistán también tiene a poetas femeninas que han pasado a la historia, como fue el caso de la poeta guerrera Malalai, – quien se hizo conocida cuando luchó contra las tropas británicas en la década de 1880 y quien fuera una de las primeras poetas a escribir en persa moderno. Ella es ahora una leyenda, a quien debe su nombre nuestra joven Premio Nobel de la Paz, Malala Youfsazai. La activista paquistaní que fuera ultimada a balazos por el régimen Talibán a los 14 años aproximadamente, y quien milagrosamente logró salvar la vida exiliada fuera de su patria. Malala, quien sueña con convertirse algún día en doctora y poeta, continúa pese a su atentando, defendiendo su causa desde el exilio por los derechos de educación de las niñas de su patria. Ella también se ha negado a callarse. Muy a menudo, la combinación de los derechos de la mujer y la ideología política forman los principales motivos de persecución contra las mujeres poetas. Tenemos el caso de Liu Xia, miembro fundadora del Club PEN Independiente Chino, quien ha estado bajo arresto domiciliario en Pekín desde octubre del 2010 – cuando su marido, el escritor y activista Dr. Liu Xiaobo, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su trabajo pidiendo el cese del comunismo como partido único y quien fuera apresado por supuestamente “incitar la subversión contra el poder del Estado”. Se ha informado que la poeta Liu está en estado depresivo severo y que cuenta con mala salud a causa del claustro impuesto por el gobierno como medida represiva contra su marido, sin que de ninguna forma fuera emitido cargos en su contra. ¿Acaso la esposa debe pagar penitencia por el error cometido por su esposo? Este caso evidencia claramente hasta donde las poetas, (¿por el simple hecho de ser mujeres?) han sufrido múltiples abusos en un esfuerzo por ser sometidas al mutismo y al descrédito en pos de intereses clandestinos. San San Nweh, una notable escritora y una de las primeras mujeres en Birmania en recibir capacitación en periodismo en el país, fue encarcelada entre 1994 y 2001 por la junta militar de Birmania por sus “atentados contra el gobierno”. Desde 1974, ha publicado una docena de novelas, más de 500 cuentos y alrededor de 100 poemas, pero fue detenida por supuestamente “publicar información perjudicial contra el Estado”. En 2001, ella recibió de la Asociación Mundial de Periodistas el premio “Pluma de Oro” a la libertad. ¿Libertad? Viendo estos casos, una se pregunta, ¿Por qué a las altas estelas tienen tanto miedo de las poetas? Acaso ¿se debe a qué somos la antítesis de un espíritu machista represivo y totalitario; y a qué es justo en este medio de expresión donde de las mujeres tienen mayor poder de decir la verdad sobre lo que ven y padecen? Pues ciertamente, la verdad expresada, ya sea para denunciar una violación, la violencia, la degradación de los matrimonios forzados, el abuso en todas sus manifestaciones o cualquier otra forma de injusticia contra las mujeres, parece ser un asunto desagradable y complicado gubernamentalmente hablando. Decir la verdad poéticamente nos separa de la ficción, desarrolla comprensión social ante situaciones desagradables que muchos prefieren mantener ocultas, y nos ayuda a darle frente a los prejuicios y la discriminación de la que somos sujetas tanto de forma sutil, como directa. Existe una brecha muy estrecha entre el gozo de expresar una idea poética que respalde los derechos humanos y que denuncie los abusos o la violencia a la que las mujeres son sometidas diariamente, y la completa anarquía de quienes ostentan el poder. Todo entusiasmo en la creación poética viene dado entonces por el deseo de expresar una idea libertaria a un costo que a veces, lamentablemente, es demasiado alto. En La India, Nueva Delhi un grupo de hombres abusa de una mujer el 3 de marzo de 2015 y le dicen a la prensa que la victima se lo buscó por salir de noche, por usar ropa provocativa, y que no debió haber luchado contra ellos, que debió de aceptar el hecho y resignarse. ¿Cuándo es la propia cultural la que dicta que las mujeres son inferiores desde el nacimiento? Cuando esto sucede, no puede ser ninguna sorpresa que los violadores continúen esta práctica creyendo que le enseñan una alta lección de moral a las mujeres, no lo contrario. Una de las primeras cosas que deben cambiar, a través de las distintas manifestaciones sociales y culturales que luchan contra la violencia, es la mentalidad de quienes de alguna manera encuentran la violencia y la represión como algo aceptable y normal, en lugar de ser tratado como un crimen y un mal corrosivo que debemos erradicar desde sus cimientes. Mediante muchos movimientos de alerta, se ha logrado un gran despertar en las conciencias de hombres, mujeres y niños/as que advierte sobre el peligro que esta plaga representa y sus distintos alcances, de los cuales ninguno de nosotros está exento. Lograr un verdadero cese a la violencia quizás sea una quimera, más fácil de decir, que de lograr; pero lanzar un grito a través de la tinta no es como intentar pasar la propia voz de luz por el tintero negro, sino más bien, como encontrar la propia voz que nos nace desde las letras, la voz oculta en la garganta de cada emoción, de cada escrito. Es lo que la poesía le ha proporcionado muchas mujeres, en especial a las que han sufrido a causa de cualquier tipo de violencia. La poesía siempre será un refugio para todas nosotras, una plataforma donde podemos expresar cómo nos sentimos sobre asuntos que para otros no tienen la menor importancia. Quizá no exista una manera” correcta “o” incorrecta “de enviar el mensaje. Muchas son las personas que participan en la lucha; pero hay una necesidad de trabajar más para llegar a los grupos más vulnerables. La comunidad está, sin dudas dispuesta a escuchar. “Lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra”, pero son muchas las mujeres que entran en contacto con la poesía y que a través de ella, logran exorcizar sus propios demonios, utilizándola como una terapia extensiva que al ser compartida con otras, las eleva juntas a un nuevo estado de conciencia en donde el temor deja de existir, y entonces emana el grito, crudo y sincero desde adentro. Dicho esto, es justo pensar entonces que siempre hay espacio para la mejoría y el diálogo sobre la pertinencia y la eficacia de los diferentes enfoques encaminados a promover la no violencia, y que la poesía puede ser uno de los medios para desenmascararla. Un grito de mujer se hace necesario para crear una conversación- Una muy necesaria conversación.- Pues es más fácil predicar con el testimonio personal mientras alguien es el receptor del mensaje de cambio, que sólo lanzar un mensaje vacío de “No más violencia” sin pleno conocimiento de causa. Es justo en el valor que requieren las mujeres que se atreven a contar en un poema su historia, donde yace lo que hace a quienes las escuchan cuestionarse a sí mismas sobre la utilidad de sus propias vivencias y hacer algo para cambiar la realidad que las afecta. Es en esa clase de introspección donde se encuentra el cambio social que necesitamos – que debe viajar adentro de los mensajes enviados por todos y todas las que trabajamos la literatura con miras a denunciar y erradicar la violencia para que llegue con más efectividad y logre los cambios que queremos. Mujeres que se aman a sí mismas, y por consiguiente, las unas a las otras, son mujeres más fuertes, y más difíciles de amedrentar. Podemos combatir la violencia a través de la filosofía del “Grito”. La poesía va más allá del activismo. La poesía puede calar en la mente del pueblo y llegar directo al sentimiento, en donde puede lograr regeneraciones grandiosas. Pese a la represión a la que nos enfrentamos a veces, los y las poetas con conciencia social debemos estar claros en que, de ningún modo podremos obtener la tan anhelada justicia, mientras nuestras palabras no sean capaces de mover voluntades y lograr que nuestro grito se escuche para que nunca más los poderosos, nos vuelvan a someter al yugo del silencio.
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Fuentes: Animal Político, Articulo Susana Chávez, entre la poesía y la lucha en Juárez. 2011 The Citizen, Artículo sobre Grito de Mujer Tanzania 2015. International Business Times, Poetas Perseguidos. 2015
Jael Uribe leyendo discurso en Grito de Mujer 2016 Madrid, España
Por jael Uribe
Una tumba de arena, eso merecen…
Una piedra no basta, ni un corte, ni podernos en el cuello una soga que
expíe todas las transgresiones que hemos cometido por estar vivas, por ser
mujeres, por atrevernos a ser nosotras. La lapidación, la horca, la ablación, los
ataques con ácido en señal de repudio, las violaciones constantes a nuestras
leyes y a nuestros cuerpos. Crueles castigos que no parecen de humanos, sino de
bestias.
¡Tantas fronteras conquistadas y aún, no logramos remover la estrechez en
nuestras mentes! No han bastado nuestras luchas por alcanzar un lugar de
respeto en la historia, fuera de las muchas tragedias, sino que también hemos
tenido que pavimentar nuestro camino al éxito con la sangre de las nuestras,
literalmente, para ser escuchadas, para logar un cambio, para que se oiga
nuestro grito. ¡Ya nos han torturado bastante! O acaso ¿me equivoco?
Una piedra y una tumba de arena llaman a gritos el nombre de nuestras
muertas, de nuestras flores del desierto:
Soraya Manutchehri (Irán, 1986)
Du'a
KhalilAswad (17 años, Irak 2007)
Bibi Sanubar (Afganistán
2010)
Asha Ibrahim (Somalia, 13 años)
Farzana Parveen (23 años, Pakistán)
¿Y qué de los otros nombres, de las muertas que desconocemos? Las cientos
de mujeres y niñas muertas en Juárez, las miles de niñas que a los 9 años ya
son consideradas mayores de edad en Irán para casarse y que son lapidadas tras
denunciar que han sufrido alguna violación a las autoridades que juraron por la
justicia. Niñas como Leyla Mafi, de 9 años, vendida como prostituta
por sus padres y que tras sufrir varios embarazos, fue violada por sus hermanos
y condenada a muerte por tener "relaciones incestuosas". Ella, al igual que muchas, muertas por sus
familiares, muertas por la sociedad… ¡muertas todas de manos de sus padres y
hermanos!
Pero no sólo en Irán hay muchas Leylas, hay montones en tantos
países, que sería imposible enlistarlos. En Nigeria, donde se práctica
lapidación en 12 de sus 36 estados; también en Somalia, Indonesia y en Irán, (donde
el índice de muerte por esta práctica es el más alto registrado), otros países también
la acogen en sus leyes como Afganistán y Emiratos Árabes Unidos.
Fue en Irán justamente, donde se estableció todo un código para las
lapidaciones, donde mayormente sus víctimas son mujeres: “Que la piedra
utilizada no sea demasiado grande, como para matar inmediatamente, ni demasiado
pequeña como para que no cause ningún daño". Piedras pequeñas para
prolongar el sufrimiento hasta la muerte, especialmente en
casos de adulterio" o por crímenes de honor contra la propia familia.
"Si la
perdonan, sólo recibirá latigazos, y si no, se le ejecutará
públicamente”. Se le enterrará en una tumba de arena, para que tenga
posibilidad de escaparse, y evadir las piedras. ¿Evadir las piedras? Si así fuera,
la víctima sería perdonada. Pero ¡ay! de si se confirma que sigue viva luego de
haberse ejecutado la sentencia, entonces se procederá a enterrarla nuevamente y
a apedrearla de nuevo hasta terminar el “trabajo.”
Según los gobiernos, hablar de la abolición de la pena de muerte en Irán u
en otros países es una perspectiva que ninguno de ellos contempla. Dicen que es
un proyecto "demasiado ambicioso” como para tomarlo en cuenta. Al parecer
así de caros son los sueños para nosotras, que siendo mayoría, nos siguen
oprimiendo de tantas formas. Nos callan y atan las manos hasta hacernos sentir
que finamente, no podemos cambiar nada.
Muchos son los inescrupulosos que se divierten con la muerte,"La gente acude a las ejecuciones
públicas como si fuera un circo" y son felices si se les permite arrojar
alguna que otra piedra. ¿Qué clase de Dios de odio inexistente es aquel que
hemos creado? ¿En qué lugar está escrito que una mujer, madre de la vida, es
menos que los perros y las bestias?
¿Y las niñas cuyos hímenes han sido mutilados? ¿Qué de las más de 200 niñas
de la aldea de Chibok secuestradas en Nigeria? de las que se sabe muchas han
cometido suicidio luego de haber sido violadas y vendidas a los más crueles y
sádicos magnates del régimen, si es que han tenido la suerte de seguir vivas,
tras haber satisfecho el apetito de decenas de soldados.
Sólo sabemos de algunas pocas, cuyos nombres conocidos, corrieron la
fortuna de seguir con “vida” y contar con el apoyo internacional para sacar a
la luz pública sus historias; sólo por eso se han visto forzadas a vivir con
miedo, huyendo, ajeándose indefinidamente de sus casas.
Amina Lawal2002 (Nigeria)
Safiya Hussaini 2002
(Nigeria)
Intisar Sharif
(sudan) 2012
Sakineh Ashtiani (Irán) 2010
¿Cómo puede cualquier forma cruel y arcaica de tortura pervivir en este siglo
de “avances,” alimentándose con la sangre de mujeres inocentes?
¡Son mucho más las
sin nombre! La que se sabe fuera acusada deadulterio en enero 2015 a quien lapidaron hasta que la dieron por
muerta, quien luego se levantó para intentar huir y uno de sus verdugos le
apuntó con su arma para rematarla. Ella fue perdonada, ya que algunos de los
“piadosos” presentes les pareció que después un castigo tan brutal, aquello no
podía ser otra cosa que un milagro, y que Dios -después de todo-
había decidido perdonarla. Y la dejaron
ir, no sin antes decirle que debía "arrepentirse".
¿¡ARREPENTIRSE!?
¿A qué clase de vida arrojamos a estas mujeres tras un trauma como el
repudio de su familia y su pueblo? Estoy hablando de los casos conocidos, pero
si revisan en sus países se encontrarán con cientos de Flores del Desierto, de mujeres con un rastro de sangre en su
historia.
Ninguna mujer que haya sufrido dolores tan atroces, ni que haya sido asesinada
brutalmente merece que su nombre quede en el obscurantismo, ningún GRITO DE
MUJER por inaudible que sea debería quedarse sumido en el silencio.
La herida de conocer que del otro lado del mundo las mujeres sufrimos los
mismos abusos, con distintos nombres y la misma injusta condena de CULPABLES,
pesa casi tanto como una cadena de piedras arrastrada en nuestra sangre. Es un
sueño recurrente convertido en pesadilla del que nunca se despierta.
Muchas gracias.
Jael Uribe
Presidente
Movimiento Mujeres Poetas Internacional (MPI ) Inc.
Entrevista y cobertura en vivo del encuentro del programa Al Norte de las Letras en España. Escuchar audio arriba.
Texto contenido en laAntología Flores del Desierto editada por UNARIA EDICIONES en Madrid
"Es necesario
comprender quien pone en práctica la violencia... si son los que provocan la
miseria o los que luchan contra ella"–Julio
Cortázar-
¿Puede la poesía hacer la diferencia? Me preguntaron durante una
entrevista que me hicieran para la radio Guatemalteca recientemente. La misma pregunta
recurrente ha surgido una y otra vez en distintas conversaciones que he
sostenido desde que establecí el Festival Internacional de Poesía Grito de
Mujer con fines de abogar por la no violencia a través de la poesía y las artes.
El tema ha vuelto a emerger mientras platicaba en línea con poetas de distintos
países sobre las distintas acciones poéticas realizadas en varias partes del
mundo por la paz y la situación de Palestina, en donde uno de los participantes
se mostraba renuente ante la efectividad de la iniciativa. Me sorprende
encontrar todavía gente que se atreva a preguntarlo o peor aún, a dudarlo. ¿Qué
acaso el poeta no es la parte sensible de esta humanidad enceguecida, y el
vocero de todo lo que no se atreve a decir la gente? ¿No es acaso la misión del
poeta denunciar las injusticias, mover sentimientos y ser de alguna manera la
“luz” de estos tiempos de oscurantismo? La poesía ha sido después de la música,
el discurso más perfecto y sublime. Un medio directo, claro y económico de llegar
a la gente, de apelar a sus sensibilidades. El poder de la palabra se pone de
manifiesto en la sociedad exitosamente para mover a las masas, como es el caso
de la política, las ciencias, las artes aplicadas, y en la vida.
Siempre que la pregunta resuena
me cuestiono ¿Por qué lo dudan? ¿Qué sucede con el mundo? Me cuestiono si
habremos perdido la objetividad ante
tanto bombardeo de violencia, encima también empezamos a atacar a los poetas,
quienes tienen la sublime intención y la difícil tarea de cambiar al mundo con el
arma más sofisticada, sutil y efectiva que se conoce: la palabra. ¡Desde luego creo
que es posible llegar a las conciencias con poesía! es más fácil convencer a
las personas mediante un buen texto, que mostrándoles imágenes sangrientas,
hogares destruidos y niños huérfanos hambrientos. Al parecer el negocio de las
imágenes radica únicamente en vender revistas, mientras que la poesía sigue
siendo la forma más noble de llamar a la puerta de la conciencia y la
solidaridad de muchos.
Extrañamente, cuanto me pidieron un poema por la paz de Palestina
para ser leído en uno de estos eventos solidarios, busquéentre todos mis escritos y no pude hallar nada
referente a la paz por ningún lado. Más fue mi sorpresa cuando lo único hallado fueronpoemasde
guerra, de muerte, de no violencia, de dolor. Eran poemas de otra guerra, mucho
más personal.
Mi amigo, el poeta y filósofo Hatto Fischer, curiosamente alemán, me dijo
recientemente y cito: “Diariamente nos encontramos
con muchas palabraspara nombrar la
guerra, pero tan pocas para nombrar la paz."La sola idea de que no existiera en mi computador ningún
archivo con la palabra PAZ, me llevó a reflexionar profundamente. TODOS LLEVAMOS DENTRO NUESTRA PROPIA GUERRA la
pregunta es: ¿Esta guerra ha terminado, o continúa azotándonos por dentro
llevándose lo bueno que somos, hasta el punto de llegar a dudar que podamos
cambiar el mundo? Muchos nos negamos a creer que la paz existe dentro de
nosotros, y que es justo esta búsqueda incesante de hallarla lo que nos
convierte en seres violentos, proclives a la guerra y nos lleva a agredir inconscientemente
a los demás. Pregúntese como yo lo hice ¿Qué está haciendo para hacerla diferencia?
¿Es escribir sobrela pazuna solución a largoplazo?o ¿es trabajar adentro la manera máseficientede contribuircon un mejor entorno, cambiándose a uno mismo y por ende colaborando
con una efectiva cultura de paz? ¿Es acaso el alcance de
esta estabilidad interna lo que significa verdaderamente estar en armonía, o es
una quimera que sólo con la muerte alcanzaremos en realidad? Estoy
segura que usted también se sorprenderá con sus respuestas.
Todos vivimos luchando contra nuestros propios
demonios. Hemos sidorenuentes a mirar más allá de nosotros y nuestra tozudez, a cambiar. Pienso
encierto modo que es eso justo el verdadero significado dela guerra. Hay un lado
extrañamente positivo en medio de los conflictos, uno que sólo un ojo iniciado sensitivo
puede detectar. Los seres humanos nos hemos tornado masoquistas, esperando
al límite de nuestra resistencia, a lo insoportable del dolor para apreciar entonces
el valor de las cosas realmente valederas, como la paz, la salud, el amor, etc.
¿No ofrece la guerra entonces una manera bizarra de apreciar
estos tesoros? Lamentablemente la mayoría de nosotros
sólo empezamos a abrir los ojos justo antes de cerrarlos y es
una lástima.
Todas estas preguntas siguen picoteando como
cuervos mi cabeza ¿Acaso la inocente falta dela palabra pazen mis archivos significaque no me importan
los que sufren, que he sido indiferente a lo que sucede más allá? Estamos
en casa, acurrucados en nuestras camas viviendo realidades alternas mientras
montones de personas pierden las suyas en otras tierras como Palestina y zonas
aledañas. Vemos la brutalidad desde lejos, al igual que a un
espejo. Los medios de comunicaciónnos muestranla otra cara feade la guerra que nos resistimos
a mirar. Un lado que vemos si queremos, o simplemente podemos evitar con tan sólo
apretar un botón y ya. ¡Un pequeño botón mágico nos aleja de las bombas,
los disparos, y las madres llorando de dolor ante el cadáver mutilado de sus
hijos!
¡Sí!En cierto modo todos somosrenuentes acreer que la
maldad existedel otro lado del mundo, en donde la
tragedia es el pan. Preferimos creer en Santa Claus, los Reyes Magos, y hasta
en el Conejo de Pascuas en lugar de asumir que la poesía puede ayudar a cambiar
al mundo y que los poetas poseen cierta responsabilidad social.
¡Gracias a Dios por los poetas! esos seres bendecidos con la gracia del
verbo y un olfato desarrollado repleto de sensibilidad. No sólo saben manipular
las palabras para escribir “bonito”, también son capaces de hacer lo que muchos dejamos de hacer hace tiempo sin
darnos cuenta: Ellos, saben mirar.
Nacida en Santo Domingo, República Dominicana. Ha colaborado con
diversos grupos, siendo de mayor relevancia su labor como líder del Movimiento
Mujeres Poetas Internacional (MPI). Es creadora del Festival
Internacional de Poesía Grito de Mujerrealizado en
diferentes paísesen homenaje a la mujer y en contra de la violencia. Es egresada en Publicidad, posee un diplomado
en Relaciones Públicas y Comunicación Corporativa, entre otros estudios
referentes a la literatura, el arte y la tecnología. Poemas y escritos suyos
forman parte de varias antologías y revistas a nivel nacional e internacional.
para la Agenda de la Mujer Dominicana 2016 de Virtudes Alvarez
Así como muchos otros
sectores marginados a lo largo de la historia han levantado sus voces, en pos
de defender sus ideales y mitigar la violación de sus derechos, de la misma
manera la mujer ha tenido que poner su nota al margen y disponerse a conquistar
terrenos anteriormente vedados a su sexo, y enteramente exclusivos para sus equivalentes
masculinos. La literatura, no ha sido la excepción a esta regla. Muchos dirán
que no tiene sentido dividir la literatura en femenina y masculina, sino que
existe una literatura y ya. No debe confundirse esto con el hecho de dividirla
como un género; la literatura escrita por mujeres contiene el incuestionable
punto de vista femenino que no debe menospreciarse y que inequívocamente, no
poseen la mayoría de los escritos realizados por hombres. Las mujeres poseemos
cierta sensibilidad que nos diferencia de nuestra contraparte masculina y eso,
lo dejamos marcado en la escasa buena literatura escrita por mujeres, que ha
alcanzado un nivel de reconocimiento preponderante a través de los años. Esto
tiene que cambiar.
Las mujeres, sabemos muy bien expresar nuestra femineidad
en nuestros escritos, y sabemos dejar un sello que definitivamente nos
diferencia, no creo que para mal, sino por pura variedad. Marginar la
literatura escrita por mujeres basada en su sexo y no en su calidad, es un
error gravísimo que debemos enmendar. Existe una literatura femenina porque las
mujeres existimos y nuestros textos son la prueba fehaciente de ello. Nosotras,
escribimos marcadas no sólo por la singularidad de nuestro sexo sino, por el
toque sensitivo y la forma holística que tenemos de ver y representar la
realidad. Tenemos siglos de atrasos y por ende, nos atañe un trabajo más arduo
que lograr, para ganarnos el lugar que nos corresponde, y alcanzar no sólo la
calidad para ser tomadas en cuenta en el competitivo medio literario, sino que
también debemos ser voceras de nuestra propia causa por la igualdad y justicia
social. Nuestra misión es entonces, doble y
nuestra carga más pesada. Mujeres, ¡A TRABAJAR!